El dolor facial constituye uno de los peores sufrimientos que pueden padecer las personas. El comportamiento de estos dolores no siguen los standares de pensamiento lógico por lo tanto son difíciles de diagnosticar y de tratar, llevando al paciente a realizar múltiples consultas y tratamientos innecesarios que extienden el padecimiento en el tiempo (dolor crónico), incrementando las molestias y dificultando su curación. Generalmente el origen del dolor no es el sitio señalado por el paciente, generando confusión a profesionales no preparados para el manejo de esta entidad